Thursday, June 15, 2006

AECI: ¡Nada como en casa, con la familia!

Es verdad que muchos de los Cooperantes del AECI, son en su mayoría trabajadores precarios en relación al tipo de contratación, seguridad, asistencia, etc., como se expone correctamente en el artículo: “ser cooperante en la aeci: precariedad sin fronteras”.

Sin embargo, no son tan precarios, en términos económicos, e incluso una parte de ellos con sobreponderación discutible de sueldos. (+30.000, 40.000, 50.000…euros año, casa incluida a veces, todoterreno y chofer para sus encuentros de trabajo…)

Los contratos de asistencia técnica del AECI, no están mal en comparación, a la situación de falta de cobertura de los becarios, que son utilizados por la Agencia como mano de obra barata, asumiendo tareas no proporcionadas a su calidad de becarios, que les cargan de responsabilidades y les restan formación, siendo además vistos y tratados en su mayoría, como los parias de OTC y Embajadas.

La AECI como administración pública, debería además funcionar como público, y no como una cueva de amigotes, un clan familiar o muchas veces como ETT para los familiares de políticos en el poder institucional.
Un número indefinido, de contratos técnicos de cooperación internacional, públicamente ofertados (si acaso) pero después manipulados, acaban siendo ofrecidos sin decoro y con chapuceras justificaciones, cuando se dan, a los hijos/as, amigos/as, compañeros/as, parejas de hecho o matrimonio santificado…de los que están dentro como en su casa.
El hecho por ser conocido, no es menos justificado o asumido con resignación. Se dice que las cosas son así y basta, y lo que el tiempo repite, la vergüenza lo carga en silencio a la espalda con paciencia.
Más alto el salario, y más probabilidades que la plaza sea dada a dedo, de hecho si no hay más hijos de sus padres, es porque relativamente en el AECI, no se gana tanto como en otros puestos recomendados y de familia.
Se quejaba un diplomático de los sueldos de sus compañeros y amigos de la OTC, en relación al suyo, se sobreentiende, “trabajan como nosotros y no hay comparación en salario”, me decía. Yo le dije que la solución pasaba por rebajar los sueldos de los diplomáticos y así reducir el diferencial (de sueldo). Luego me quedó por decirle (ya que cambió de tema) que OTC y Embajada deberían subir el nivel de trabajo.

Son raros los jóvenes cooperantes contratados, que no tuviesen a nadie en el AECI, o cuando menos un conocido de sus padres, parientes u amigos.
La plaza para los de casa” (piensan los que se han instalado cómodamente en ella) y en esa casa, que pagamos todos, parece que los de fuera no son bienvenidos, al menos que estén solo de paso y nadie más quiera la plaza. (Los de “fuera” son los que no tienen a nadie dentro: un padrino, una madrina…).
Así sucede que las carreras en el AECI que no han sido de mérito y que empezaron con enchufes como becarios, jóvenes cooperantes, asistentes técnicos, etc.… acaban consolidándose en puestos en Madrid y contratos de por vida fuera o dentro de España. ¡Viva el contrato indefinido!, para los de siempre claro, y luego para que digan que la riqueza y el estatus no se hereda, se hereda hasta el puesto de trabajo, como en la casa real.

¿Y efectos indeseables de esta endogamia perniciosa?, se me ocurren algunos:
- Falta de calidad y profesionalidad en los trabajos realizados por estos contratados, que repercute en la imagen y efectividad de la AECI
- Falta de transparencia en la gestión de recursos.
- Aceptación y connivencia con políticas gubernamentales oligárquicas y corruptas dentro de los países donde se presta asistencia, porque nunca serán los pecadores quienes tiren la primera piedra.
- Ejemplo perverso, para las ONGs que dependen o son asistidas por el AECI, porque en los países donde se trabaja, los expatriados son una comunidad que se conoce y participa de lo bueno y lo malo, en una sinergia inevitable.

¿Esto quiere decir que el AECI no contrata a gente que se lo merece?
Y mi respuesta es que seguramente sí.
Muchos de los cuales después de ver lo que hay dentro, en el momento que el mercado privado o de la cooperación les ofrece otro trabajo, optan por salir; si por el contrario piensan que la “casa” también puede ser la suya, acaban asumiendo por ósmosis el mismo juego y la miseria profesional (que no salarial), regenerándose la endogamia con nuevo ADN.

La reforma de la AECI, debería empezar con un despido total de empleados/as, una convocatoria pública de todas las plazas verdaderamente necesarias y esto monitorizado con rigor por un equipo de expertos cualificados e independientes (dícese, de hombres y mujeres que los hay, con experiencia sobre el terreno y sin intereses partidistas) y asesores en Cooperación Internacional “honrados”. (dícese, del que no gana dinero o poder con ello).
Luego el obligado cumplimiento de un código deontológico redactado para sus futuros trabajadores y por último revisar el resto de la estructura… sin olvidar los cuerpos diplomáticos que andan todavía peor que la AECI y son uña y carne de los mismos.

Si alguien piensa, que es irreal cerrar el AECI por oposiciones, y se preocupa por todo el mal que haría en los programas de cooperación en marcha, países que reciben ayuda, ONGs, imagen internacional… tiempo de recuperación, etc. Pues, desde mi miope visión, me atrevería a pronosticar que nada de miedo, y que muy al contrario posiblemente sería un período muy beneficioso para los países cooperados y el ejemplo más admirado o temido, para el resto de los países con agencias cooperantes.

Si alguien se pregunta si existen pruebas de lo que digo, en relación al favoritismo u otros asuntos oscuros, mi opinión es que se podrían encontrar, porque no creo que haya miedo para destruirlas, por los que se mueven y deciden, en la completa impunidad y nepotismo, desde la creación de la Agencia.
Claro yo solo podría asegurar un caso, con pelos y señales, tres más, con menos evidencias directas, (pero floreados de indirectas), otros por lo que me han dicho los que trabajan dentro, aún más en lo escrito en medios alternativos.

Pero en los casos de parásitos caseros, se aplica la máxima, “de cada cucaracha que hayas visto corriendo por las esquinas, hay otras veinte que estaban ocultas en la cocina”.

Rumifilo

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